Romantico
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Filántropo
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Controlador
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Infunde Miedo
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Pervertido
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Toca el piano
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Culto
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Vainilla
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Bailador
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Risueño
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Tímido
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Acechador
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Adolescente
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Enojado
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Lloroso
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Roto
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Megalómano
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Sumiso
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Seductor
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Sexperto
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CEO
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Flechado
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Borracho
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Chico Malo
|
Excitado
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Feliz
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Triste
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Torturado
|
Perplejo
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Frustrado
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Vengativo
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Frío
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Juguetón
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Dominante
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Maduro
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Dolido
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Enigmático
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Consentidor
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Pulcro
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Ordenado
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Extravagante
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Detallista
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Considerado
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Inseguro
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Sexy
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Gentil
|
Duro
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miércoles, 18 de julio de 2012
Cincuenta Tonos de Cincuenta
lunes, 16 de julio de 2012
Arquetipos, inconsciente colectivo y Christian Grey
Del
inconsciente colectivo vienen los arquetipos: imágenes y modelos que conforman
nuestra personalidad y nuestra visión del mundo, y hay quienes se identifican
con Don Quijote por sus pretensiones altruistas (Ignacio Solares).
Carl
Gustav Jung nos dice que los arquetipos son todas esas imágenes que pertenecen
a las religiones, los mitos y las leyendas y que se manifiestan en nosotros a
través del sueño y las fantasías. Tienen, en general, un motivo universal. Es
decir, podemos encontrar las mismas imágenes en diferentes culturas. Son
imágenes ancestrales autónomas, es decir, su significado nace en la imagen
misma. Jung nos dice que no heredamos las imágenes o las representaciones, sino
más bien las posibilidades.
Además,
Jung nos dice que estas imágenes no tienen origen en la conciencia individual
sino que son fenómenos universales. Son símbolos, por lo cual el carácter de
universalidad.
Existe
una amplia variedad de arquetipos existentes: el nacimiento, la muerte, dios,
el viejo sabio, el padre, la madre, el héroe.
A
nivel personal, los arquetipos se manifiestan a través de nuestros complejos. A
nivel colectivo, se manifiestan como características de todas las culturas.
Jung invitaba a cada generación a comprender de forma diferente su contenido y
sus efectos.
Lo
que sugiere que los arquetipos efectivamente son autónomos: tienen vida propia:
evolucionan de acuerdo con la evolución de la raza humana. Lo que para la
generación de 1950 era el arquetipo del héroe, en el 2012 evoluciona y cambia,
ya no es superman, ahora está vestido con un traje gris y maneja un Audi R8.
El
inconsciente colectivo es un concepto básico en psicología y psiquiatría que
establece que existe un lenguaje común a los seres de todas los espacios y
tiempos del mundo, y es constituido por símbolos primitivos con los que se
expresa un contenido o parte de la psique que está más allá de la razón.
En
1940, cuando Estados Unidos se estaba recuperando de la Gran Depresión y
acababa de entrar en la Segunda Guerra Mundial, nació el Capitán America,
primer súper héroe en la serie de Los Vengadores. Disfrazado con la bandera del
país y una fuerza súper humana, Capitán America iba a ayudar a Estados Unidos
en sus esfuerzos militares contra el Tercer Reich y el Fascismo. En el 2007, y
desde su primera publicación, se han vendido más de 210 millones de copias del
cómic. Lo siguieron otros súper héroes: Superman, Batman, El Hombre Araña, para
mencionar algunos. Todos con poderes más allá de la humanidad.
En
2012 tenemos a otro tipo de héroe. Hemos evolucionado. A pesar de que nos
encanta ir al cine a ver las películas, sabemos que no es posible un hombre que
vuela, que viene de otro planeta, que tiene vista biónica. Y con todo eso,
quedamos fascinados.
Hoy,
leemos sobre vampiros y en lo más profundo de nuestra psique, existe el anhelo
de que uno de ellos, tan fuerte e invencible, guapo y culto como Edward, nos
venga a rescatar. Sin embargo, también sabemos que no existen.
Y
entonces nos llega el último héroe. No tiene poderes más allá de lo humano, no
puede leer nuestra mente, no tiene una fuerza bruta. Puede volar, aunque no sin
un helicóptero o un planeador. Es dueño de su propio Universo, pero ese
universo se limita, su alcance no es tan infinito. Está fallado, no es
perfecto, a pesar de la máscara de perfección. Es una madeja de contradicciones. Posee belleza
física perfecta y al mismo tiempo se detesta; tiene control absoluto sobre su
cuerpo, es grácil y ágil, pero no soporta que lo toquen; domina sus tonos de
voz y es capaz de conseguir todo lo que quiere, cuando lo quiere y como lo
quiere, y sin embargo es perfectamente inseguro de sí mismo; es dominante y al
mismo tiempo sumiso; quiere someter a su amante y termina siendo él, el
sometido. Ese es nuestro héroe de hoy. Ese es Christian Grey: cincuenta sombras
jodidas.
¿Será
que E L James descubrió un arquetipo nuevo? Christian Grey nos toca desde la
superficie, alborotando nuestro cuerpo, creando mariposas en nuestros
estómagos, subiendo nuestra temperatura. Y nos toca en lo más profundo: le habla
a nuestro inconsciente personal. Ese lugar donde se alojan nuestros complejos:
despierta la posibilidad como bien lo dijo Jung, la posibilidad de la
protección, seguridad, control, obediencia y sumisión (Bustos, 2012). No
despierta un anhelo, ni siquiera una necesidad oscura, inconsciente. No, le
abre la puerta a las posibilidades. Y por eso no nos podemos mantener alejadas
y por eso nos afecta tanto. Porque en la posibilidad se nos abren las opciones,
nuestros limites y limitaciones se vuelven ilimitadas, las fronteras se borran,
entramos al mundo de la fantasía con el permiso del inconsciente colectivo.
Porque Christian Grey habita ahí, en las mentes de todas nosotras abriendo la
posibilidad de sentirnos vivas, tocadas, deseadas…
viernes, 13 de julio de 2012
My life in pictures...
Favoritos
La entrada de hoy: Nuestras frases favoritas de Christian (perdón que son en inglés).
1. Because I can.
2. I'd like to bite that lip.
3. Fuck the paperwork.
4. What am I going to do with you?
5. Laters, baby.
6. First, I don't make love. I fuck…hard.
7. Come for me, baby.
8. Sooners rather than laters.
9. We aim to please.
10. Because I'm fifty shades of fucked up.
11. You've had six orgasms so far, and all of them belong to me.
1. Because I can.
2. I'd like to bite that lip.
3. Fuck the paperwork.
4. What am I going to do with you?
5. Laters, baby.
6. First, I don't make love. I fuck…hard.
7. Come for me, baby.
8. Sooners rather than laters.
9. We aim to please.
10. Because I'm fifty shades of fucked up.
11. You've had six orgasms so far, and all of them belong to me.
viernes, 6 de julio de 2012
Tonos de Grey: La música y Christian (spoiler alert!!)
Tonos de Grey: La música y Christian (spoiler alert!!): Hay un personaje muy importante en nuestra historia. No será la primera vez que un “objeto” sea un protagonista especial en un rel...
La música y Christian (spoiler alert!!)
Hay
un personaje muy importante en nuestra historia. No será la primera vez que un
“objeto” sea un protagonista especial en un relato. En la serie de HBO Sex and
the City la ciudad de Nueva York era la quinta personaje, tan importante como
Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda.
En
el caso de Fifty Shades, la música juega un papel que no pasa desapercibido. De
hecho, en la página de la autora hay una sección en donde podemos encontrar
toda la música que escuchan nuestros protagonistas.
En
el segundo libro, nos dicen que Christian, cuando fue adoptado por Grace y
Carrick no hablaba. Se encontraba completamente volcado en sí mismo, y lo peor,
no dejaba que lo tocaran. Fue gracias a que empezó a tomar clases de piano y la
llegada de Mia su hermana que comenzó a salir de su concha. Claro está que la
música es para él un lenguaje que le habla a su alma.
El
repertorio de música en el iPod de Christian nos dice mucho de quien es. Sex on
Fire de Kings of Leon, I’m on Fire de Springsteen, para nombrar algunas. Pero
es la música clásica la que más cautiva. Yo, por supuesto, terminando de leer
el primer libro descargué todas las canciones que vienen en la lista de la
autora y llevé a cabo un experimento. Me puse a leer de nuevo el primer libro y
junto a mi libro, estaba puesto mi iPod, a todo volumen tocando cada una de las
piezas que Christian toca en el piano y las que pone en el Red Room of Pain. La
lectura no es la misma. De pronto, parece que estás metida en un cine con
efectos 3D. La música nos da mucho más fondo. Podemos entender los ritmos que
mueven a este hombre, que lo suben a lo más alto del arrecife y que permiten
que Anastasia suba a los cielos y descienda por el precipicio (sus palabras).
Y
ni hablar del iPad que le regala a Anastasia en el libro dos. Olvídense de las
aplicaciones con las que viene (yo también hubiera estado feliz con la
biblioteca inglesa), es la lista de música que dice las palabras que ella
quiere escuchar y que él no es capaz de decir: sólo se las puede decir a través
de la música. ¡Y qué música! Las palabras de él (que finalmente si logra
expresar) pueden salir sobrando. A mí que me hable a través de estas canciones.
Christian
se expresa a través del cuerpo y a través de la música. El control que Christian
ejerce en todo su mundo incluye su cuerpo: no nada más es gracioso (graceful),
sabe en que momento gritar, sabe en que momento susurrar, cuando ser cálido,
cuando ser frío. Su maestría sobre el piano le permite tener maestría sobre la
música que el crea con su cuerpo. Como todo lo que hace (menos cocinar), lo
hace perfecto, inclusive hace el amor al ritmo de Bach, de Tallis y Chopin.
Para quienes la música clásica no figura en sus listas de reproducción, las
invito a que lo prueben. Pónganse el antifaz, prendan el iPod lo más alto que
puedan y escuchen y suéltense a la imaginación. Dejen que el sentido del oído
se afine y se entone. Estar en el presente, en el aquí y el ahora también es
tener todos los sentidos accesibles a la conciencia. Con el gusto se complican
un poco las cosas, a menos que tengamos un litro de helado de vainilla con
nosotros mientras leemos. Lo mismo con el olfato. Sólo existe en nuestra
imaginación. Por lo tanto, a poner en ON los oídos.
Pocas
cosas tan sexys como Christian, sentado en su piano, usando solamente el
pantalón de la pijama que le cuelga de la cintura, revelando su abdomen bien
marcado y el oh so happy trail, tocando música triste. Este es un hombre que en
la superficie parece ser perfecto. Su elección musical nos revela la profunda
tristeza que siente, su melancolía, su conmoción interna. Con la música que
toca, Christian nos enseña que tan roto está por dentro, dista de ser perfecto
y por eso lo queremos tanto: lo queremos rescatar, lo queremos remendar,
reparar, sanar y protegerlo de sí mismo. Queremos que no pare de tocar. Es como
mejor entra en contacto con su entorno y a través de su música, podemos
contactar con él. Es de lo que se trata: el contacto, pues es en el contacto en
donde encontramos la novedad y en la novedad podemos estar presente. Christian
se sienta al piano y canta, “Wherever you will go” (hay dos versiones
buenísimas, la original de The Calling y la que la autora sugiere interpretada
por Charlene Soraia) y nosotras estamos dispuestas a seguirlo a donde sea, y
como sea.
Prensa
Si quiren seguir leyendo sobre el libro, aquí les dejo links.
Al rato, otra entrada…
Laters, Baby!
http://www.antena3.com/noticias/cultura/trilogia-erotica-exito-ventas-eeuu-llega-este-verano-espana_2012032000041.html
http://mujer.latercera.com/2012/05/13/01/contenido/43_3544_9.shtml
http://fanfiction-addiction.blogspot.mx/2012/03/el-james-y-el-caso-de-fan-fiction.html
Al rato, otra entrada…
Laters, Baby!
http://www.antena3.com/noticias/cultura/trilogia-erotica-exito-ventas-eeuu-llega-este-verano-espana_2012032000041.html
http://mujer.latercera.com/2012/05/13/01/contenido/43_3544_9.shtml
http://fanfiction-addiction.blogspot.mx/2012/03/el-james-y-el-caso-de-fan-fiction.html
miércoles, 4 de julio de 2012
La reunión del Club
Ayer, un grupo de amigas nos juntamos para la primera reunión del Fifity Shades Book Club de Puebla. La idea era pasar un rato platicando del libro y comentar algunas preguntas y así poder compartir nuestra experiencia cuando leímos el primer libro (nos limitamos al primer libro porque sólamente tres de las ocho hemos completado la trilogía). Sacamos unas conlcusiones muy interesantes, estuvimos de acuerdo en varios puntos y en otros no tanto.
Y entre acuerdos y desacuerdos, risas y chacoteo, lo que yo más rescato de esto es que el libro, esté bien redactado o no, sea un trabajo de ficción sencillo (no se lee porque es una obra maestra), sea superficial o no, nos shoquee, nos alarme, nos frustre (porque no hay hombres como Christian), nos enseñe o no, el libro fue capaz de juntarnos para hablar del tema de la sexualidad sin tener que susurrarlo, sin tener que avergonzarnos ni sentirnos "mal" por hacerlo. Nos permite ser mujeres, con mujeres.
Aquí va un pequeño resumen…(Para quienes leyeron el libro en español, disculpen que cito en inglés, pero yo lo leí así y me gusta más como suenan algunas cosas que se dicen en el libro en inglés).
Para poderlo discutir con un orden relativo, utilizamos unas preguntas como guía (que saqué de alguna página de internet). Descubrimos lo siguiente…
De las cosas que dice Christian en el libro, una de las frases favoritas es "Because I can", y en segundo lugar, "We aim to please", terminando en tercero el ya famoso, "Laters, Baby".
Para la mayoría de nosotras, lo que más nos shoqueó y ofendió del libro fue el final, cuando Christian le pega a Ana con un cinturón (para quienes no han leído el libro o no han llegado a esa parte, que me disculpen por los spoilers). Yo en lo personal siento que Ana se lo buscó y entiendo como a algunas de mis amigas les molesta que piense así. Finalmente, ninguna de nosotras estamos en una relación Dominante/Sumisa y la idea de que nos golpeen va en contra de todo lo que somos. Pero en el libro si es un punto importante. Anastasia no ha firmado ningún contrato, fue advertida que si no seguía las reglas se le iba a castigar, se le proporcionó un palabra de seguridad para ser utilizada cuando ella sintiera que ya no podía más, y Christian todavía no se da cuenta que la ama y que no quiere lastimarla. Pero el hecho es que Anastasia le pide a Christian que le enseñe que tan grave puede llegar a ser el castigo.
—Enséñamelo —le susurro.
—¿El qué?
—Enséñame cuánto puede doler. —¿Qué?
—Castígame. Quiero saber lo malo que puede llegar a ser. Christian se aparta de mí, completamente confundido. —¿Lo intentarías?
—Sí. Te dije que lo haría.
Pero mi motivo es otro. Si hago esto por él, quizá me deje tocarlo.
Me mira extrañado.
—Ana, me confundes.
—Yo también estoy confundida. Intento entender todo esto. Así sabremos los dos,
de una vez por todas, si puedo seguir con esto o no. Si yo puedo, quizá tú...
Mis propias palabras me traicionan y él me mira espantado. Sabe que me refiero a lo
de tocarlo. Por un instante, parece consternado, pero entonces asoma a su rostro una expresión resuelta, frunce los ojos y me mira especulativo, como sopesando las alternativas.
De repente me agarra con fuerza por el brazo, da media vuelta, me saca del salón y me lleva arriba, al cuarto de juegos. Placer y dolor, premio y castigo... sus palabras de hace ya tanto tiempo resuenan en mi cabeza.
—Te voy a enseñar lo malo que puede llegar a ser y así te decides. —Se detiene junto a la puerta—. ¿Estás preparada para esto?
Asiento, decidida, y me siento algo mareada y débil al tiempo que palidezco.
Abre la puerta y, sin soltarme el brazo, coge lo que parece un cinturón del colgador de al lado de la puerta, antes de llevarme al banco de cuero rojo del fondo de la habitación.
—Inclínate sobre el banco —me susurra.
Vale. Puedo con esto. Me inclino sobre el cuero suave y mullido. Me ha dejado quedarme con el albornoz puesto. En algún rincón silencioso de mi cerebro, estoy vagamente sorprendida de que no me lo haya hecho quitar. Maldita sea, esto me va a doler, lo sé.
—Estamos aquí porque tú has accedido, Anastasia. Además, has huido de mí. Te voy a pegar seis veces y tú vas a contarlas conmigo.
¿Por qué no lo hace ya de una vez? Siempre tiene que montar el numerito cuando me castiga. Pongo los ojos en blanco, consciente de que no me ve.
Levanta el bajo del albornoz y, no sé bien por qué, eso me resulta más íntimo que ir desnuda. Me acaricia el trasero suavemente, pasando la mano caliente por ambas nalgas hasta el principio de los muslos.
—Hago esto para que recuerdes que no debes huir de mí, y, por excitante que sea, no quiero que vuelvas a hacerlo nunca más —susurra.
Soy consciente de la paradoja. Yo corría para evitar esto. Si me hubiera abierto los
—Enséñame cuánto puede doler. —¿Qué?
—Castígame. Quiero saber lo malo que puede llegar a ser. Christian se aparta de mí, completamente confundido. —¿Lo intentarías?
—Sí. Te dije que lo haría.
Pero mi motivo es otro. Si hago esto por él, quizá me deje tocarlo.
Me mira extrañado.
—Ana, me confundes.
—Yo también estoy confundida. Intento entender todo esto. Así sabremos los dos,
de una vez por todas, si puedo seguir con esto o no. Si yo puedo, quizá tú...
Mis propias palabras me traicionan y él me mira espantado. Sabe que me refiero a lo
de tocarlo. Por un instante, parece consternado, pero entonces asoma a su rostro una expresión resuelta, frunce los ojos y me mira especulativo, como sopesando las alternativas.
De repente me agarra con fuerza por el brazo, da media vuelta, me saca del salón y me lleva arriba, al cuarto de juegos. Placer y dolor, premio y castigo... sus palabras de hace ya tanto tiempo resuenan en mi cabeza.
—Te voy a enseñar lo malo que puede llegar a ser y así te decides. —Se detiene junto a la puerta—. ¿Estás preparada para esto?
Asiento, decidida, y me siento algo mareada y débil al tiempo que palidezco.
Abre la puerta y, sin soltarme el brazo, coge lo que parece un cinturón del colgador de al lado de la puerta, antes de llevarme al banco de cuero rojo del fondo de la habitación.
—Inclínate sobre el banco —me susurra.
Vale. Puedo con esto. Me inclino sobre el cuero suave y mullido. Me ha dejado quedarme con el albornoz puesto. En algún rincón silencioso de mi cerebro, estoy vagamente sorprendida de que no me lo haya hecho quitar. Maldita sea, esto me va a doler, lo sé.
—Estamos aquí porque tú has accedido, Anastasia. Además, has huido de mí. Te voy a pegar seis veces y tú vas a contarlas conmigo.
¿Por qué no lo hace ya de una vez? Siempre tiene que montar el numerito cuando me castiga. Pongo los ojos en blanco, consciente de que no me ve.
Levanta el bajo del albornoz y, no sé bien por qué, eso me resulta más íntimo que ir desnuda. Me acaricia el trasero suavemente, pasando la mano caliente por ambas nalgas hasta el principio de los muslos.
—Hago esto para que recuerdes que no debes huir de mí, y, por excitante que sea, no quiero que vuelvas a hacerlo nunca más —susurra.
Soy consciente de la paradoja. Yo corría para evitar esto. Si me hubiera abierto los
brazos, habría corrido hacia él, no habría huido de él.
—Además, me has puesto los ojos en blanco. Sabes lo que pienso de eso.
De pronto ha desaparecido ese temor nervioso y crispado de su voz. Él ha vuelto de
dondequiera que estuviese. Lo noto en su tono, en la forma en que me apoya los dedos en la espalda, sujetándome, y la atmósfera de la habitación cambia por completo.
Cierro los ojos y me preparo para el golpe. Llega con fuerza, en todo el trasero, y la dentellada del cinturón es tan terrible como temía. Grito sin querer y tomo una bocanada enorme de aire.
—¡Cuenta, Anastasia! —me ordena.
—¡Uno! —le grito, y suena como un improperio.
Me vuelve a pegar y el dolor me resuena pulsátil por toda la marca del cinturón.
Santo Dios... esto duele. —¡Dos! —chillo.
Me hace bien chillar.
Su respiración es agitada y entrecortada, la mía es casi inexistente; busco desesperadamente en mi psique alguna fuerza interna. El cinturón se me clava de nuevo en la carne.
—¡Tres!
Se me saltan las lágrimas. Dios, esto es peor de lo que pensaba, mucho peor que los azotes. No se está cortando nada.
—¡Cuatro! —grito cuando el cinturón se me vuelve a clavar en las nalgas. Las lágrimas ya me corren por la cara. No quiero llorar. Me enfurece estar llorando. Christian me vuelve a pegar.
—¡Cinco! —Mi voz es un sollozo ahogado, estrangulado, y en este momento creo que lo odio. Uno más, puedo aguantar uno más. Siento que el trasero me arde.
—¡Seis! —susurro cuando vuelvo a sentir ese dolor espantoso, y lo oigo soltar el cinturón a mi espalda, y me estrecha en sus brazos, sin aliento, todo compasión... y yo no quiero saber nada de él—. Suéltame... no…
Ana quería saber que tan grave podía llegar a ser, él le enseñó. Finalmente, "We aim to please". Christian es quien es, y en ningún momento le esconde nada a Anastasia. Y aunque no ha firmado nada, Anastasia estaba advertida. Por supuesto que esta golpiza es diferente a las demás. En las demás, Anastasia se siente excitada por lo que está haciendo. Pero tenía que pasar algo dramático al final del libro para mantener el suspenso y continuar con el segundo.
Otro tema interesante que discutimos fue si durante la lectura sentíamos una inclinación hacia Ana o si esa inclinación era más hacia Christian. En otras palabras, con quien nos alíabamos más. Aquí, las respuestas estuvieron divididas de manera casi pareja. Unas de nosotras preferíamos el lado de Christian mientras otras preferían a Ana.
En conclusión, pasamos un rato divertido, nos reímos y platicamos hasta las largas horas de la noche. Fue todo un éxito y hasta la autora nos respondió a un twitt que le mandamos. Nos volveremos a juntar cuando la mayoría haya terminado el segundo libro.
—Además, me has puesto los ojos en blanco. Sabes lo que pienso de eso.
De pronto ha desaparecido ese temor nervioso y crispado de su voz. Él ha vuelto de
dondequiera que estuviese. Lo noto en su tono, en la forma en que me apoya los dedos en la espalda, sujetándome, y la atmósfera de la habitación cambia por completo.
Cierro los ojos y me preparo para el golpe. Llega con fuerza, en todo el trasero, y la dentellada del cinturón es tan terrible como temía. Grito sin querer y tomo una bocanada enorme de aire.
—¡Cuenta, Anastasia! —me ordena.
—¡Uno! —le grito, y suena como un improperio.
Me vuelve a pegar y el dolor me resuena pulsátil por toda la marca del cinturón.
Santo Dios... esto duele. —¡Dos! —chillo.
Me hace bien chillar.
Su respiración es agitada y entrecortada, la mía es casi inexistente; busco desesperadamente en mi psique alguna fuerza interna. El cinturón se me clava de nuevo en la carne.
—¡Tres!
Se me saltan las lágrimas. Dios, esto es peor de lo que pensaba, mucho peor que los azotes. No se está cortando nada.
—¡Cuatro! —grito cuando el cinturón se me vuelve a clavar en las nalgas. Las lágrimas ya me corren por la cara. No quiero llorar. Me enfurece estar llorando. Christian me vuelve a pegar.
—¡Cinco! —Mi voz es un sollozo ahogado, estrangulado, y en este momento creo que lo odio. Uno más, puedo aguantar uno más. Siento que el trasero me arde.
—¡Seis! —susurro cuando vuelvo a sentir ese dolor espantoso, y lo oigo soltar el cinturón a mi espalda, y me estrecha en sus brazos, sin aliento, todo compasión... y yo no quiero saber nada de él—. Suéltame... no…
Ana quería saber que tan grave podía llegar a ser, él le enseñó. Finalmente, "We aim to please". Christian es quien es, y en ningún momento le esconde nada a Anastasia. Y aunque no ha firmado nada, Anastasia estaba advertida. Por supuesto que esta golpiza es diferente a las demás. En las demás, Anastasia se siente excitada por lo que está haciendo. Pero tenía que pasar algo dramático al final del libro para mantener el suspenso y continuar con el segundo.
Otro tema interesante que discutimos fue si durante la lectura sentíamos una inclinación hacia Ana o si esa inclinación era más hacia Christian. En otras palabras, con quien nos alíabamos más. Aquí, las respuestas estuvieron divididas de manera casi pareja. Unas de nosotras preferíamos el lado de Christian mientras otras preferían a Ana.
En conclusión, pasamos un rato divertido, nos reímos y platicamos hasta las largas horas de la noche. Fue todo un éxito y hasta la autora nos respondió a un twitt que le mandamos. Nos volveremos a juntar cuando la mayoría haya terminado el segundo libro.
El pan para los "subs" |
El pastel |
El mensaje de la autora del libro |
Pasta "a le vongole" |
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